jueves, 18 de junio de 2015

La marea.

Hay días en que las fuerzas, las convicciones, y los sueños merman...
Hay primaveras tanto como otoños.
La lluvia y el frío tienen su razón de ser,
Ciclos que vienen y van.
Sólo lo verdadero trasciende, se mantiene, siempre mutando.
¿Será acaso que el cambio tiene que dirigirse a dejar de cambiar?
¿Será acaso que mi navegar debe de mantenerse ahora en el puerto?
Soy tan fuerte y tan débil como el momento y los amores que me acompañan.
Soy en tanto las personas que me alientan y la tierra que me nutre.
Soy arena para construir castillos, para ser parte del contacto con el mar, para dejarme llevar y también para frenar.
Soy los restos de lo que arroja la marea de mis propios vendavales.
Soy mi rosa de los vientos sin norte fijo, tendiendo al sur sin atreverse a saltar.
-Sabiendo que mi sur siempre será el norte de alguien más... y viceversa-
¿Acaso tendré que dejar de volar?
¿Acaso debo de convertirme en raíz y referencia?
La noche ha durado más de lo acostumbrado, y yo creí que aquella vela era un rayo de sol.
Que aquella vela era la posibilidad de navegar a otras orillas, a otras Orishas y divinidades.
¿Será esta tempestad la que riegue mis campos o la que arrase mis cosechas?

Voy a caminar hasta el alba...



EPÍLOGO:
Cuando estás muy al sur o demasiado al norte dicen, quienes saben, que la noche puede durar hasta 6 meses.

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