domingo, 21 de mayo de 2017

Su fetidez llega.
La carroña no le basta y se va comiendo mis sueños.
En una espiral descendente me pierde, me acecha, me vuelve a hacer suyo.
No hay fracaso que satisfaga sus entrañas.
No hay oscuridad que le sea vasta.
No sé ya a qué diosa o dios encomendarme.
No sé a cual blasfemar.
El fango sigue borrando mis huellas.
El viento seco arrasa mi voluntad.
No hay principio, fin ni motivo.
Sólo la hedionda imagen de lo que un día imaginé conquistar.