lunes, 28 de septiembre de 2015

Sin daños a terceros.

Tocó a la puerta una vez más, se alistó la ropa y pasó la mano por el cabello para aplacar un poco cualquier indicio extra de su torpe desaliñada estampa.
Había caminado mucho hasta esa puerta. Creía que el hecho de haber recorrido tal distancia sería algo a apreciarse y valorarse. Que sería tomado en cuenta para permitirle cruzar dicho umbral.
Cada paso que dio lo hizo con consciencia, a sabiendas del dolor de dejar atrás lo ya conocido, lo cómodo y previamente conquistado.
Tenía esperanza de que el esfuerzo fuera visto, apreciado, reconocido, que el trayecto fuera más importante que el resultado. Y tocó nuevamente a la puerta.
Lentamenta, con un poco sorpresivo rechinar de bisagras, ésta se abrió, dejando ver lo que cuidaba, respirar el delicioso aroma que emanaba desde su interior, la calidez y frescura simultánea de sus espacios diligentemente acomodados desde hacía casi tanto tiempo como él sólo sobrevivían y se reconstruía a cada paso.
Aún en la puerta tuvo que hacer ajustes. Modular la voz, corregir la postura corporal, mostrar sus mejores ángulos y argumentos. Esforzarse un poco más.
Fue muy poco lo que le faltaba. Fue Bienvenido y acompañado dos pasos al interior antes de cometer el primer error. Fue juzgado severamente.
Contrariado, angustiado por que le sacarán, hizo un intento adicional, un esfuerzo que no le era conocido: se esforzó por no esforzarse, pues era lo que le pedían.
Tal exigencia, tal contraste de emociones, el chocar de lo agitado de su corazón y la fuerza con la que activaba todo el torrente sanguíneo chocó con la imposición del sistema nervioso central, coludido con una respiración larga y profunda, en cuatro tiempos, que buscaba su relajación, misma que le hizo colapsar y desplomarse.
Romántico y estoico, sonrió al saber que al menos pudo ver lo que deseaba para su vida justo antes de que esta terminara. Se convenció a sí mismo de que valió la pena, mientras a lo lejos escuchaba una voz que, con una ternura y compasión que jamás antes había recibido, decía que deseaba al menos hubiera valido la alegría.



viernes, 25 de septiembre de 2015

Nadie libera a nadie, nadie se libera a solas. ..

Me aferro a unas palabras dichas en la embriaguez del momento. Me gusta creer que pueden aún ser verdad y que en tu ser de verdad aún resuena la posibilidad de enamorarse. 
Me sostengo de la esperanza de que reconozcas algo más que la forma y que aceptes el fondo es lo que buscas, a pesar de tu costumbre que tanto te ha llevado a repetir patrones de dolor patriarcal. 

Me ilusiono cada vez que regresas, pensando que en esta ocasión será para quedarte y aceptar vivir a plenitud mi plena entrega. 

Recuerdo los momentos en los que has fluido y confluido. Los atesoro y añoro. Cuando hablabas en futuro y Navidad, no en pasado y primavera. 

Después recuerdo que eres aire. Que humo es mi imaginación. Y se disipa. 

Y me reencuentro con el cinismo y el fuego, la tierra y el desdén. 

Ojalá no eche raíces al sentimiento. Ojalá no me vuelva súbdito de la idea de dominar para complacer. 

Amo. Eso me salva en la búsqueda de la congruencia en la que deseo coincidir con la tuya en libertad.


Beun Vijae

Dejas atrás algunas luces y muchos viejos edificios. Las ruinas que nos narraron en la última función compartida y el vino y cigarros que compartimos siempre del mismo lugar. 
Los amores, los recuerdos y tanta escuela que has sembrado, cual bambú que crece hasta nutrir a cuánto panda sin ritmo y con orejas pomposas sea necesario. 
Dejas atrás nada. Sólo el respaldo e impulso de lo que tú misma y tu amor desparpajado ha construido entre risas y dramas. 
Me dejas también atrás a mí para seguir mirando al horizonte al que te diriges. 
¡Qué inspiración! 
Te amo, amiga de tanta profundidad y tan corto el tiempo. Gracias por compartir una noche más en éstas que aún son tus tierras estériles. 
Florece, brilla. Baila. 
Ve a tu lugar cómodo, no confortable y recuerda lo que me has enseñado. 
Gracias. 
Incluso, por leer mis No pocas  pendejadas, lentas, que no van directo al grano, que son tiesas, pero siempre honestas y llenas de este amor y desprecio cínicos que compartimos. 
Te amo. 
Con todo lo que dejas detrás...


sábado, 19 de septiembre de 2015

Y aquí estoy...

Maldita necedad la tuya de hacerme pensar en ti cuando menos lo esperas...

De colarte en cada pensamiento y cada momento de mi día, disfrazando la melancolía de la más rabiosa alegría.

Utilizar mis deseos a capricho y convertirlos en tentaciones intempestivas, en audacia cuasi-compulsiva.

Jugar al vaivén de las estaciones del año, sin ton ni soneto, deshojando y haciendo florecer el encuentro y la distancia a placer/displacer.

Maldita necedad de nombrarme entre risas y recuerdos, pensándome y recordándome cuando menos lo esperas y entre quienes menos me viven, y esperar que yo lo haga cada vez menos a pesar de tu indomeñable voluntad.

Hacerme pensar en ti, lluvia monzónica, chubasco sorpresivo, tormenta de arena y sal, a penas chispeando cariño, flagrantemente inundando emociones, siendo garua de amor-compañero, tromba de pasión y eros carnal.

Maldita obstinación la mía de comprenderte y sumergirme, sin reconocer que te evaporas y asciendes, que te condensas y viajas a la menor respiración, que te precipitas y sucumbes al momento de caer, húmeda  orográfica, sin dueño ni esclavo insatisfecho.

Maldita necedad la tuya de hacerme pensar en ti cuando menos quieres compartirte en reciprocidad.


Epílogo: Bendita oportunidad la mía de saberme nutrido y sentido por cada nueva oportunidad compartida. 

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Recuento recuerdo recreo UNO

Quiero estar contigo un día más, y otro después de ese, y uno más después.  Empiezo directo para que desde un inicio decidas no-correr.
¿Sabes ya que busco una oportunidad tras otra de merecerlo?
Con yerros y aciertos, con verdades directas y subjetividades al encuentro.
Lo sé desde que te he ido conociendo y desnudando cual libro a mi lectura. Lo confirmo en cada noche compartida al azar y te lo digo, desde el principio, con toda sinceridad. No hay mejor muestra que una no-tan-poco-detallada-crónica-recuento.
Tengo tantos inicios de la historia que sólo tú podrás saber su final.
¿Acaso podría hablarse de temporalidad en algo que me cimbró desde un 26 de agosto, sin ni siquiera yo reconocerlo, pero que puedo usar los cuarzos como antecesor?
¿O debería,  acaso, mencionarlo como una historia de seducción que me incitó desde que te vi transmitir tu amor con las manos y a ciegas a una de tus grandes amores un 3 de octubre ante la guía de mi voz?
O, tal vez, cuando te quise acercar para conocerte y tu trabajar desde un noviembre-diciembre que guardo también para mi propia posteridad.
Posiblemente contarlo desde un enero que insistí en buscar la oportunidad de que me conocieras, que jamás se concretó, que siempre se postergó.  
Probablemente a ti te acomode mejor la versión de que todo empezó como una brisa de esperanza, un chubasco de símbolos y significados, de citas que no se concretaron desde un 12 de febrero y 24-y-más horas de dolor y transformación aún antes de la coincidencia.
Las señales que comenzaron a interpretar para ti te fueron llegando en fotos y pensamientos de un sur que es magia desde la primer semana de marzo, sin que supieras tú del amanecer y la marea que ya despertabas en mí.
¿Será que la llegada de la primavera y tu talismán  maya comenzó a abrirme las puertas a tu curiosidad?
Sé bien que aquella tarde de clorofila otro 26 comenzó a florecer al verte comer, escucharte reír, respirarte beber y verte partir con otro hombre que ya no ya hacía sonreír.
Por eso me animé a ponerlo en palabras un 28 de marzo cuando te dejé sin algo que decir ante mi explícita intención de perderme en tu inmensidad antes de tu viaje para volver a intentar unir lo separado, arriesgándome a qué, justo como pasó, me ignoraras casi por completo (aunque sólo)  durante casi 30 días y sus 600 noches -¿acaso soy el único que vive 20 noches de duda por cada día de espera? - .
Un 26 más, ahora de mayo, fue el escenario para caminar bajo kaluna y a la sombra de La Cruz, permitiéndote saborear mis palabras y caricias a tus manos que saben a deseo y respeto, a devoción y libertad. Que saben a puentes y caminos por recorrer de la mano, preparándonos nuestra mutua intención de sanar y trascender.
Incrédula y emocionada, aunque discreta y esquiva, entre coqueteos y jugueteos al fin me retaste un 28 de ese mes a sorprenderte y llevarte a donde no te habían llevado antes, un poco después de haberlo hecho ya a la luz del centro y con su frío caminar. Esta noche me atreví a susurrarte al oído y gritarte bajo la lluvia  todas las ideas y fantasías  a compartir contigo. Esa noche te permitiste sentir un poco más de mis labios y escuchar mis palabras, le prestaste atención a tu corazón y jugaste a saborear la esperanza y romanticismo de la certeza de toda sorpresa. ¿Acaso ese es el viaje, el lugar, la forma de caminar que te sorprenden y a donde nadie antes te había guiado jamás?
Sí, creo yo en mayo comenzó tu viaje, y el 30 confesaste que en julio iríamos al mar... ¡cuánta verdad la tuya! y tú sospechando que era sólo por jugar...

Dime por favor, como  entonces y ante mis palabras y acciones, ¿Aún te sientes radiante y querida, como se lo comunicabas a cada amistad?

Violando toda costumbre y regla de hogareña castidad, un 2 de junio me colé en tu sala de estar para fundirnos en el primero y más de séptimo beso, ante tu incredulidad y los primeros vestigios de tu eterna insaciabilidad.  Apenas 2 días después aceptaste que te gustaba, que querías sumergirte un poco más y yo, prudente/autocensurado yo, me limité a sólo escribirte cada 93 minutos. ¿Tienes idea de cuántas letras y promesas se virtieron en esos días? Hasta sueños de Navidad y buen vestir llegaron a ti.
Así como un lunes 8 de junio llegaron experiencias de diván y exploración que despertaron el desear explorar. El explorar los deseos. Y repetir y buscar mejorar, expandir, liberar, explorar, liberar. Y de nuevo.
Ante tus dudas, ante tu miedo a tus etapas de oscuridad decidí encender una vela el 13 de junio. Dijiste entonces que me gané un peldaño más cercano a ti por encender esa luz... ¿Sigue ahí? ¿Sigo ahí?
Una foto, una imagen congelada del momento, algo tan obvio y emotivo que se volvió viral te movió a comenzar a pedir tiempo y distancia. ¿Cómo puede la gente hablar de amor y compromisos ante una imagen que para ti y para mí sólo era sinónimo de mágica coincidencia en libertad?
Burlando la distancia y las barreras, los corrales y las trancas, el 25 de junio te interceptó un motociclista al bajarte de un camión para besarte y recordarte a dónde vamos a llegar.
Como la marea, ir y venir. Entre letras, palabras y lenguas. Fantasías y deseos, muchos sin cumplir se han dicho, desde un pacto de intercambio de 2 noches de bien vestir al mes por 2 noches de bien disfrutar la naturaleza y su simple austeridad, hasta un plan paulatino para incursionar en el mundo del baile y romper la barrera de la inseguridad.
3 de julio. La explosión, el malentendido, mi error entre ropa de probador y la muestra de tú forma de convertirlo en lección. Un espacio para que un día y millones de palabras y acuerdos después, pudiera atesorar la primera imagen a blanco y negro de ti descansando en mi cama.

martes, 8 de septiembre de 2015

Amo plagio-arte.

Hoy deseo compartirte la máxima ternura. Contestar a tu deseo y saber que lo tienes. Hoy me doy licencia para robar letras de Gioconda y hacerlas para mí hacia ti, por el placer de imaginarte deseante. Por saber que puedo aún robarte.
Hoy quisiera escribir algunas indelebles historias en tu cabello,  y colmarte de besos tu eterna, tersa y fuerte espalda, saciarme de tiernos acurrucos y decirnos las más grandes verdades o las más grandes mentiras, a manos llenos y entrega total, no dejar nada al azar ni aún por preguntar.
Hoy quiero decirte, por ejemplo, que eres la mujer más linda del mundo, que te quiero mucho, y cosas así, tan sencillas y repetidas, tan cercanas a tus sombras,
que puedan delinearte el rostro y dibujarte 365 sonrisas y dos ojos temerosos, dubitativos y con esperanza oculta.
Quiero pasar segundos (sólo trillones) viéndote a los ojos como cuando mi vida entera ha dependido
de que los tuyos sonrieran
alborotando todas las olas del mar, toda la lluvia de los cielos, todo el fondo del océano o la arena de la playa. Jugueteando cual gaviotas en la espuma y su eternidad o como Jaguares aprendiendo a su presa cazar.
Quiero andar tu cuerpo, descalzo y desnudo,
camino arbolado y oloroso, sentir la primera lluvia de tu amanecer y el calor de tus inviernos,
dejándote caer despacio
y luego en aguacero torrencial.
Quiero cosas como una gran ola de ternura
deshaciéndonos,
un canto de caracol, un cardumen de peces en la boca y una constelación de estrellas desenredándose de tus cabellos.
Quiero algo de eso.
Y recibirte frágil y desnuda, como una flor a punto de entregarse a la primera luz de la mañana y en el último respiro del anochecer.
O simplemente saberte semilla, un árbol en el cual columpiarme o disfrutar de sus sombras y claroscuros, tirado sobre un poco de hierba que me acaricia como cuando nos lo hacemos olvidar el paso del tiempo,
la guerra,
los peligros de la muerte,
Y el mismísimo miedo al amor. Al amar. Hoy deseo compartirte la máxima ternura. Contestar a tu deseo y saber que lo tienes. Hoy me doy licencia para robar letras de Gioconda y hacerlas para mí hacia ti, por el placer de imaginarte deseante.
Hoy quisiera escribir algunas indelebles historias en tu cabello,  y quisiera comparte de besos tu tersa y fuerte espalda, saciarme de tiernos acurrucos y decirnos las más grandes verdades o las más grandes mentiras, a manos llenos y entrega total, no dejar nada al azar ni aún por preguntar.
Hoy quiero decirte, por ejemplo, que eres la mujer más linda del mundo, que te quiero mucho, y cosas así, tan sencillas y repetidas, tan cercanas a tus sombras,
que puedan delinearte el rostro y dibujarte 365 sonrisas y dos ojos temerosos, dubitativos y con esperanza oculta.
Quiero pasar segundos (sólo trillones) viéndote a los ojos como cuando mi vida entera ha dependido
de que los tuyos sonrieran
alborotando todas las olas del mar, toda la lluvia de los cielos, todo el fondo del océano o la arena de la playa. Jugueteando cual gaviotas en la espuma y su eternidad o como Jaguares aprendiendo a su presa cazar.
Quiero andar tu cuerpo, descalzo y desnudo,
camino arbolado y oloroso, sentir la primera lluvia de tu amanecer y el calor de tus inviernos,
dejándote caer despacio
y luego en aguacero torrencial.
Quiero cosas como una gran ola de ternura
deshaciéndonos,
un canto de caracol, un cardumen de peces en la boca y una constelación de estrellas desenredándose de tus cabellos.
Quiero algo de eso.
Y recibirte frágil y desnuda, como una flor a punto de entregarse a la primera luz de la mañana y en el último respiro del anochecer.
O simplemente saberte semilla, un árbol en el cual columpiarme o disfrutar de sus sombras y claroscuros, tirado sobre un poco de hierba que me acaricia como cuando nos lo hacemos olvidar el paso del tiempo,
la guerra,
los peligros de la muerte,
Y el mismísimo miedo al amor.
Al amar.




miércoles, 2 de septiembre de 2015

Entre las alas de las mariposas... el vacío.

Volteo nuevamente al espacio vacío habitado sólo por el perfume que dejaste sin palabra adicional.
Me abrazo a frases confusas, contradictorias, crípticas, que interpreto a voluntad, obviando tu falta de la misma.
Escucho las mismas canciones que fumo y me quemo en cada nueva bocanada. Me esfumo.
No me interesa vivir en la falta de certeza. Una cosa es vivir sin ataduras, otra no brindar un soporte firme, sostenido y seguro.
Tengo que pararme temprano mañana, a perseguir mis sueños y construir los puentes que me comunican a ellos.
Tú, probablemente lo harás también a capricho.
Hoy descanso porque decido no esperar la respuesta.
Gracias por lo que fuiste.