Quiero escribirte con la misma delicadeza que se me antoja acariciar tus labios.
Hacerte saber con cada una de mis palabras y letras que te he visto y seguido ya desde hace tiempo.
Que tu misticismo no es cosa nueva para mí, ni tu espíritu salvaje ajeno a mi atracción.
Quisiera hacerte saber que al fin me he decidido a conocer más, saber más, acercarme más, sólo para verte en libertad y poder disfrutar un poco de ella cuando desees compartirla.
¡Oh, y vaya que deseo la compartas también conmigo!
Así lo quiero, y sé que jamás será justo cazarte, perseguirte, ni acecharte... No es ni siquiera lejana mi intención.
¿Cómo entonces he de lograr que los tiempos-espacios coincidan?
Para que así, de pronto, en la constante coincidencia, puedas darte cuenta que hay más que miradas profundas, indómitas, de sorpresa y admiración en común.
¡Qué terrenales mis palabras, qué sagrado mi desear acercarme a ti!
Hacerte saber con cada una de mis palabras y letras que te he visto y seguido ya desde hace tiempo.
Que tu misticismo no es cosa nueva para mí, ni tu espíritu salvaje ajeno a mi atracción.
Quisiera hacerte saber que al fin me he decidido a conocer más, saber más, acercarme más, sólo para verte en libertad y poder disfrutar un poco de ella cuando desees compartirla.
¡Oh, y vaya que deseo la compartas también conmigo!
Así lo quiero, y sé que jamás será justo cazarte, perseguirte, ni acecharte... No es ni siquiera lejana mi intención.
¿Cómo entonces he de lograr que los tiempos-espacios coincidan?
Para que así, de pronto, en la constante coincidencia, puedas darte cuenta que hay más que miradas profundas, indómitas, de sorpresa y admiración en común.
¡Qué terrenales mis palabras, qué sagrado mi desear acercarme a ti!