viernes, 31 de julio de 2015

U Xíimbal Máak

Sé que, las más de las veces, las letras son mis mejores compañeras y más leales mensajeras.
A veces, puedo escribir mejor una vida entera que vivir enteramente una vida.
Sé de ello, y también de mis carencias. ¿Sabes?
Sé que no soy tu complemento, la persona que pueda llenar cada una de las expectativas y deseos que hacen mágico tu andar y construir.
Sé también que no soy la persona que se equipara a ti, a tu ser y estar, al amor y ternura que quieres dar, cuando así lo decides lograr.
Sé que yerro, que me desbordo y tormento, que huracán y desierto en un mar de dudas que te navega y acompaña tus noches.
Sé que aún no decodificamos cada gesto y cada momento, que la sorpresa es franca algarabía tanto como cruel letanía.
Sé que mi gravitación es de gravedad si se me ocurre ser Luna para tus mareas. Que mis viajes son tus experiencias, y tus pausas mis travesías.
Sé de nuestras colisiones tanto como de nuestras convergencias.
Y sé también, tal vez mejor aún, que tampoco somos opuestos.
Ni polos ni polarizados.
Que nos mostramos transparentes y sensibles.
Como eres y como soy.
Sé que son nuestras muchas coincidencias, tanto más como nuestras nuevas construcciones, las que alimentan las atracciones.
¿En realidad es sólo una, o tres nombradas, la semejanza y sus matices a ultranza?
No, yo no soy tu complemento, aún mucho menos tu opuesto. Menos aún, en oposición.
Hoy, como ayer y un mañana cercano, soy el hombre que se crea y recrea en conjunto contigo. Que se entrega -¡Me entrego!- al diálogo y negociación, a los acuerdos y su deconstrucción.
Soy quien acepta y se disculpa, quien evalúa y se adecúa, a los tiempos, ires, venires y quedares.
Soy quien hoy, como ayer y mañana no tan cercano, abre sus brazos a la oportunidad que brindas, al agradecimiento de la paciencia, y al compromiso de un construir al aire y en libertad.
No puedo (ni quiero) ser tu opuesto ni menos tu complemento, cuando lo que en realidad pretendo es ser el metamour de tus grandes e incondicionales amores.
Y caminar al ritmo.
(Yo también, soy un hombre en marcha)

domingo, 5 de julio de 2015

Hoy es un día para escribir...

... Encima de tu piel y sobre tus orgasmos.
Escribir de cada momento en que he visto tus ojos perderse en tu intimidad
y tus gritos alcanzar la inmensidad.
De las veces que buscas más momentos de proximidad.

Hoy es un día para poner en palabras lo errada que sueles estar
cuando crees que huyendo puedes negar lo que tanto deseas compartir.
Y disfrutar. Y gozar. Profundizar.
Cuando crees que a la distancia te puedes ocultar de tu propio sentir.

Hoy es un día para delinear con mi lengua todo aquello que te puedo y quiero dar,
Lo que en verdad me interesa construir y compartir, aquello en lo que yo decido invertir.
¿Cómo he de ser diferente cuando me quieres pensar en igualdad a tus antiguos referentes?
Navegar, llegar al muelle y encallar son momentos distintos del mismo mar.

Hoy es un día para hablar de todo aquello que sueles evitar,
¿Acaso no te interesa saber porqué la necesidad de meter freno?
¿Es que te imaginas que sin él se fundirían el cielo y el infierno?
La mera posibilidad de nuestros encuentros -más allá de lo carnal- en pleno desenfreno.

Hoy es un buen día para escribir, entre la lluvia y el viento,
entre mis ganas de retarte a vencer tus miedos
y tus deseos de descubrir lo que te intriga en tantos momentos,
entre la cercanía que se siente más allá que sólo del cuerpo a cuerpo
y la lejanía que insistes en sembrar por sobre todo lo que intelectualmente crees cierto.

Descarado y sin tapujos, embriagado por el clima y tus nunca-satisfechos impulsos,
me aventuro a escribir, describir y descubrir, un poquito más,
aquello que entre la lujuria se esconde y en el jugueteo se disfraza.

¡Hoy es un delicioso día para escribir!
Escribir una declaración que sea la tuya,
una que aclare y ponga en palabras lo que el libro abierto ha decidido ocultar:
Si quieres que te conquiste a ti
¿Porqué me quieres de tu conquistador?
¿De qué manera buscas conquistarme tú a mí?

Sí, con toda la alevosía de saber qué historia quieres tú conmigo escribir.
Hay lecturas en las que yo tampoco me llegaré a saciar.






Furtiva.

Te he conocido lo suficiente para saber cómo entregas tu piel y tu pudor.
He recorrido tu cuerpo con la paciencia suficiente para saber que aún albergas miedos y anhelos,
para reconocer cuando te pierdes entre dulces planes o amargos recuerdos.

He saboreado tus besos largos y profundos lo mismo que los cortos y meditabundos.
He probado tus labios como promesa de continuidad y he escuchado tu eterno reclamo por libertad.
¿Te das cuenta que, sin más ni menos, estás otorgándome tu única verdad a base de besos y caricias?

Más allá de los desatinos y uno que otro paso fino, trascendiendo tus costumbres
y todo lo que dabas por cierto, estoy inmiscuyéndome en tus momentos y apareciendo en tus sueños.
Estoy construyendo firmes puentes y escribiendo delicados acuerdos.
Estoy explorando tus bosques y selvas (sin conquistarlas ni deforestarlas),
acariciando tu misticismo entre indómitas miradas y sorpresas profundas.

Me he encontrado disfrutando de tu fiera convicción
y la celebración de nuestra triunfantes revoluciones.
Me he colado ya, lento y cadencioso, cumpliendo con los designios que dijiste sin referirte a mí,
en la brújula de tus sentidos y la satisfacción de ciertos instintos.
¿Será que notas que todo esto ha pasado por mi gusto de estar entre tus poros?

He jugado a ser el dueño de mis letras y el esclavo de tus tiempos,
he respetado tus tiempos y también irrumpido en tus desconciertos.
Me he dejado llevar tanto como me he frenado, evidenciando los silencios
y compartiendo del placer tus conciertos.

He vivido intenso, en tan sólo unos días, las oportunidades que nos has permitido.
Y sigo construyendo, convencido de la volatilidad de tus deseos,
certero también de la responsabilidad de mis anhelos.

¿Compromiso? ¿Claridad de lo buscado?
¿Definición de lo compartido?
¿Para qué?
Si cada instante creamos una nueva anécdota, un nuevo espacio, una nueva ansia
y profundizamos en lo evidentemente negado.

Yo me muestro y te descubro, te descifro y ofrendo. Nos afianzo e impulso.
¿Será que algún día harás lo mismo? ¿Lo desearás? O,
¿Será que lo estás haciendo ya, tan sutil y furtiva, que se convierte en verdad
mi profecía de esclavizarme voluntariamente, de transformarme trascendentalmente?






Llueve en mí

Con arrojo y sin pudor, dejando de lado las absurdas preguntas y tus deseos materiales,
ven a mis labios y termina en ellos lo que otrora comenzaste en palabras.
Ven a navegar en mi cama más de lo que podrías hacerlo allá afuera,
entre la lluvia y sus vestigios en esta ciudad que no te alcanza.

Piérdete en tu lujuria y frenesí, resbalando entre mis dedos, gimiendo entre plegarias.
Refúgiate en mis brazos o escapa de mis deseos, de los tuyos no puedes hacerlo.
Siente la firmeza de un encuentro con más que convicción y azar,
más allá de la generación espontánea y el espontáneo espasmo.

Ven a mis manos y mis labios, a mi sexo y mi adoración,
ven a abrir más que la mente y las opciones, desnúdate completa
y deja que te recorra lenta y pausadamente, que te disfrute intensa y frenéticamente.

Ven a terminar en mi boca lo que otrora empezaste en mis letras.
Llueve en mí e inunda mi habitación con toda tu falta de pudor.