Sé que, las más de las veces, las letras son mis mejores compañeras y más leales mensajeras.
A veces, puedo escribir mejor una vida entera que vivir enteramente una vida.
Sé de ello, y también de mis carencias. ¿Sabes?
Sé que no soy tu complemento, la persona que pueda llenar cada una de las expectativas y deseos que hacen mágico tu andar y construir.
Sé también que no soy la persona que se equipara a ti, a tu ser y estar, al amor y ternura que quieres dar, cuando así lo decides lograr.
Sé que yerro, que me desbordo y tormento, que huracán y desierto en un mar de dudas que te navega y acompaña tus noches.
Sé que aún no decodificamos cada gesto y cada momento, que la sorpresa es franca algarabía tanto como cruel letanía.
Sé que mi gravitación es de gravedad si se me ocurre ser Luna para tus mareas. Que mis viajes son tus experiencias, y tus pausas mis travesías.
Sé de nuestras colisiones tanto como de nuestras convergencias.
Y sé también, tal vez mejor aún, que tampoco somos opuestos.
Ni polos ni polarizados.
Que nos mostramos transparentes y sensibles.
Como eres y como soy.
Sé que son nuestras muchas coincidencias, tanto más como nuestras nuevas construcciones, las que alimentan las atracciones.
¿En realidad es sólo una, o tres nombradas, la semejanza y sus matices a ultranza?
No, yo no soy tu complemento, aún mucho menos tu opuesto. Menos aún, en oposición.
Hoy, como ayer y un mañana cercano, soy el hombre que se crea y recrea en conjunto contigo. Que se entrega -¡Me entrego!- al diálogo y negociación, a los acuerdos y su deconstrucción.
Soy quien acepta y se disculpa, quien evalúa y se adecúa, a los tiempos, ires, venires y quedares.
Soy quien hoy, como ayer y mañana no tan cercano, abre sus brazos a la oportunidad que brindas, al agradecimiento de la paciencia, y al compromiso de un construir al aire y en libertad.
No puedo (ni quiero) ser tu opuesto ni menos tu complemento, cuando lo que en realidad pretendo es ser el metamour de tus grandes e incondicionales amores.
Y caminar al ritmo.
(Yo también, soy un hombre en marcha)
A veces, puedo escribir mejor una vida entera que vivir enteramente una vida.
Sé de ello, y también de mis carencias. ¿Sabes?
Sé que no soy tu complemento, la persona que pueda llenar cada una de las expectativas y deseos que hacen mágico tu andar y construir.
Sé también que no soy la persona que se equipara a ti, a tu ser y estar, al amor y ternura que quieres dar, cuando así lo decides lograr.
Sé que yerro, que me desbordo y tormento, que huracán y desierto en un mar de dudas que te navega y acompaña tus noches.
Sé que aún no decodificamos cada gesto y cada momento, que la sorpresa es franca algarabía tanto como cruel letanía.
Sé que mi gravitación es de gravedad si se me ocurre ser Luna para tus mareas. Que mis viajes son tus experiencias, y tus pausas mis travesías.
Sé de nuestras colisiones tanto como de nuestras convergencias.
Y sé también, tal vez mejor aún, que tampoco somos opuestos.
Ni polos ni polarizados.
Que nos mostramos transparentes y sensibles.
Como eres y como soy.
Sé que son nuestras muchas coincidencias, tanto más como nuestras nuevas construcciones, las que alimentan las atracciones.
¿En realidad es sólo una, o tres nombradas, la semejanza y sus matices a ultranza?
No, yo no soy tu complemento, aún mucho menos tu opuesto. Menos aún, en oposición.
Hoy, como ayer y un mañana cercano, soy el hombre que se crea y recrea en conjunto contigo. Que se entrega -¡Me entrego!- al diálogo y negociación, a los acuerdos y su deconstrucción.
Soy quien acepta y se disculpa, quien evalúa y se adecúa, a los tiempos, ires, venires y quedares.
Soy quien hoy, como ayer y mañana no tan cercano, abre sus brazos a la oportunidad que brindas, al agradecimiento de la paciencia, y al compromiso de un construir al aire y en libertad.
No puedo (ni quiero) ser tu opuesto ni menos tu complemento, cuando lo que en realidad pretendo es ser el metamour de tus grandes e incondicionales amores.
Y caminar al ritmo.
(Yo también, soy un hombre en marcha)