Sí, a lo largo de mi vida he pasado por momentos complejos, que no me enorgullecen, que han dañado a otras personas o su confianza, situaciones que lamento, que me he disculpado, y de los cuáles me he responsabilizado y sigo aprendiendo.
Jamás me he catalogado como un "nuevo hombre" libre de toda forma de violencia, maltrato u omisión. Sería irrisorio lo hiciera. Y tampoco me vanaglorio de ello, por el contrario.
He ejercido distintas formas de presión, carrilla, menosprecio, humillación, gritos, pérdida de control y consciencia que han redundado en relaciones tóxicas. Cuando he sido más o menos consciente de esto, les he puesto un alto a mis actitudes o, también, a las relaciones en las que estaba inmerso (incluso laborales y familiares).
Asumo y he asumido mi imperfección de manera transparente. Me he declarado en constante trabajo y construcción tanto por humildad como por auto compasión, pues no necesito ser mi propio verdugo para aprender la lección. Busco hacerme consciente de mis sombras y trabajar con ellas.
El incorporar elementos del discurso de cualquier práctica de paz, igualdad o lucha por los derechos no es una simulación, sino parte de un proceso en el que sigo, pues el lenguaje también nos construye, además que difunde las ideas, los principios, las utopías. Es mi propio recordatorio y compromiso.
No lo hago como justificación ni expiación de culpas.
Mis deudas son muchas y sigo trabajando de manera consciente, informada, en red, con amor y mis amores, por hacer los cambios posibles y pertinentes.
Ojalá pudiera hacerlo mejor, pero no es así, por el momento.
Sin embargo, los conflictos mencionados, las acciones o actitudes que denuncian mis fallos y abusos, mis yerros y sombras, no me definen en mi completud. A veces ni siquiera son mías, por más que me las cuelguen. O no sólo mías.
Esto no me exculpa y en su momento he buscado aclararlas y corregirlas. A veces sin éxito y hasta de manera contraproducente. Siempre con la intención clara de acordar por delante.
Sin embargo, esas acciones enunciadas sí evidencian rasgos de carácter y temperamento que sigo trabajando, y agradezco la posibilidad de verlos y responsabilizarme de ello para evitar seguir perpetuando el abuso del poder, el ejercicio y sostenimiento de los privilegios que mantienen las condiciones de injusticia e inequidad.
Valoro el aprendizaje, el espejeo. No así el medio, la forma, la estridencia y el impacto para otras muchas personas que aún viven malestar y miedo por ello y sus repercusiones.
Las afectaciones fueron muchas.
No sólo emitieron juicios y denuncias a mi persona sino que, además, a personas cercanas, e incluso instituciones, les pidieron -casi a nivel de exigencia- se manifestaran en mi contra, so pena de ser catalogadas como cómplices "del opresor", y se les evidenció también en redes sociales si manifestaban dudas, preguntas o algo distinto a la aceptación incondicional a las declaraciones emanadas.
Si decidí callar, si decidí cerrar perfiles en redes sociales no fue por cobardía o escape. Dispuesto estoy a hablar y dialogar, incluso con un proceso de mediación, para conocer a profundidad cómo poder resarcir el daño, aunque creo esa no es la intención de fondo de las manifestaciones públicas. No de éstas manifestaciones públicas, al menos.
Hice mutis, después de una disculpa y asunción de responsabilidades pública, para evitar mayor encono, para no enfrascarme en discusiones que no acercaban al acuerdo, para dejar de recibir mensajes y publicaciones (de gente que no conozco o no me conoce) que pedían "me pudra en la cárcel", " me muera", o "le pase algo a mi familia". Para dejar de poner en riesgo de crítica o ataque a quien fuera que manifestara su apoyo o reconocimiento a mi ser, a mi respuesta, a mi trabajo, a mi trayectoria. Por proteger a mi gente, a mi ser.
Es algo con lo que no puedo, y creo nadie se merece.
Como nadie merece vivir violencia.
Sí, lamento mucho los errores cometidos. Las violencias ejercidas.
Me avergüenza mucho seguir replicando patrones patriarcales que creía ya trabajados.
Me disculpo profunda y sinceramente con todas aquellas personas a las que les he hecho daño de manera consciente o inconsciente, directa o indirectamente. Mi compromiso sigue siendo aprender de cada experiencia, reflexionar a profundidad y mejorar mi ser y, por consecuencia, mi hacer.
Por eso tampoco ahondo en el daño o afectaciones causadas con la decisión de usar ese medio de denuncia; por eso tampoco contradigo. No me toca a mí convencer a nadie de la veracidad o no de lo expresado. No me pongo tampoco en el papel de víctima.
Me toca resarcir el daño. Con "acciones afirmativas", dijeron por ahí; las cuáles sigo realizando desde hace mucho tiempo pero, como casi todo en este universo simbólico, están sujetas a la interpretación de quien las lee, según el momento, contexto, situación, referentes, antecedentes, percepciones, emociones y hasta expectativas. Las acciones afirmativas en este caso particular, además, no tienen que ser evidentes, pues sería parte de replicar un protagonismo que, en primera instancia, es algo de lo que es necesario renunciar.
Por eso este escrito tampoco busca su propagación. No es una respuesta ni declaración. No es un "statement".
Es el compartir parte de mi sentir, de las razones de mi actuar, de mi consternación y confusión, y los compromisos que, desde antes de este episodio en facebook, he decidido asumir y trabajar en ellos, constante, paciente, amoroso, consciente, atento.
A ti que me lees, gracias. A ti que lees entre líneas, gracias. A ti que lees y conversas, gracias.
En el camino estamos.
Jamás me he catalogado como un "nuevo hombre" libre de toda forma de violencia, maltrato u omisión. Sería irrisorio lo hiciera. Y tampoco me vanaglorio de ello, por el contrario.
He ejercido distintas formas de presión, carrilla, menosprecio, humillación, gritos, pérdida de control y consciencia que han redundado en relaciones tóxicas. Cuando he sido más o menos consciente de esto, les he puesto un alto a mis actitudes o, también, a las relaciones en las que estaba inmerso (incluso laborales y familiares).
Asumo y he asumido mi imperfección de manera transparente. Me he declarado en constante trabajo y construcción tanto por humildad como por auto compasión, pues no necesito ser mi propio verdugo para aprender la lección. Busco hacerme consciente de mis sombras y trabajar con ellas.
El incorporar elementos del discurso de cualquier práctica de paz, igualdad o lucha por los derechos no es una simulación, sino parte de un proceso en el que sigo, pues el lenguaje también nos construye, además que difunde las ideas, los principios, las utopías. Es mi propio recordatorio y compromiso.
No lo hago como justificación ni expiación de culpas.
Mis deudas son muchas y sigo trabajando de manera consciente, informada, en red, con amor y mis amores, por hacer los cambios posibles y pertinentes.
Ojalá pudiera hacerlo mejor, pero no es así, por el momento.
Sin embargo, los conflictos mencionados, las acciones o actitudes que denuncian mis fallos y abusos, mis yerros y sombras, no me definen en mi completud. A veces ni siquiera son mías, por más que me las cuelguen. O no sólo mías.
Esto no me exculpa y en su momento he buscado aclararlas y corregirlas. A veces sin éxito y hasta de manera contraproducente. Siempre con la intención clara de acordar por delante.
Sin embargo, esas acciones enunciadas sí evidencian rasgos de carácter y temperamento que sigo trabajando, y agradezco la posibilidad de verlos y responsabilizarme de ello para evitar seguir perpetuando el abuso del poder, el ejercicio y sostenimiento de los privilegios que mantienen las condiciones de injusticia e inequidad.
Valoro el aprendizaje, el espejeo. No así el medio, la forma, la estridencia y el impacto para otras muchas personas que aún viven malestar y miedo por ello y sus repercusiones.
Las afectaciones fueron muchas.
No sólo emitieron juicios y denuncias a mi persona sino que, además, a personas cercanas, e incluso instituciones, les pidieron -casi a nivel de exigencia- se manifestaran en mi contra, so pena de ser catalogadas como cómplices "del opresor", y se les evidenció también en redes sociales si manifestaban dudas, preguntas o algo distinto a la aceptación incondicional a las declaraciones emanadas.
Si decidí callar, si decidí cerrar perfiles en redes sociales no fue por cobardía o escape. Dispuesto estoy a hablar y dialogar, incluso con un proceso de mediación, para conocer a profundidad cómo poder resarcir el daño, aunque creo esa no es la intención de fondo de las manifestaciones públicas. No de éstas manifestaciones públicas, al menos.
Hice mutis, después de una disculpa y asunción de responsabilidades pública, para evitar mayor encono, para no enfrascarme en discusiones que no acercaban al acuerdo, para dejar de recibir mensajes y publicaciones (de gente que no conozco o no me conoce) que pedían "me pudra en la cárcel", " me muera", o "le pase algo a mi familia". Para dejar de poner en riesgo de crítica o ataque a quien fuera que manifestara su apoyo o reconocimiento a mi ser, a mi respuesta, a mi trabajo, a mi trayectoria. Por proteger a mi gente, a mi ser.
Es algo con lo que no puedo, y creo nadie se merece.
Como nadie merece vivir violencia.
Sí, lamento mucho los errores cometidos. Las violencias ejercidas.
Me avergüenza mucho seguir replicando patrones patriarcales que creía ya trabajados.
Me disculpo profunda y sinceramente con todas aquellas personas a las que les he hecho daño de manera consciente o inconsciente, directa o indirectamente. Mi compromiso sigue siendo aprender de cada experiencia, reflexionar a profundidad y mejorar mi ser y, por consecuencia, mi hacer.
Por eso tampoco ahondo en el daño o afectaciones causadas con la decisión de usar ese medio de denuncia; por eso tampoco contradigo. No me toca a mí convencer a nadie de la veracidad o no de lo expresado. No me pongo tampoco en el papel de víctima.
Me toca resarcir el daño. Con "acciones afirmativas", dijeron por ahí; las cuáles sigo realizando desde hace mucho tiempo pero, como casi todo en este universo simbólico, están sujetas a la interpretación de quien las lee, según el momento, contexto, situación, referentes, antecedentes, percepciones, emociones y hasta expectativas. Las acciones afirmativas en este caso particular, además, no tienen que ser evidentes, pues sería parte de replicar un protagonismo que, en primera instancia, es algo de lo que es necesario renunciar.
Por eso este escrito tampoco busca su propagación. No es una respuesta ni declaración. No es un "statement".
Es el compartir parte de mi sentir, de las razones de mi actuar, de mi consternación y confusión, y los compromisos que, desde antes de este episodio en facebook, he decidido asumir y trabajar en ellos, constante, paciente, amoroso, consciente, atento.
A ti que me lees, gracias. A ti que lees entre líneas, gracias. A ti que lees y conversas, gracias.
En el camino estamos.