miércoles, 25 de mayo de 2016

Me iré.

Me iré.
No sin dolor ni pesar.
Sin olvidar los gratos momentos y espacios compartidos, las historias construidas, pero me iré.
No porque aquí no esté bien, sino porque sé allá estaré mejor.
Me iré, a alcanzar mis sueños, a caminar mis cielos, a recibir los amores que no se frenando ni dudan, a transformar.
Aquí me he cansado de la incertidumbre, la tibieza y la anomia asiliente.
Me duele saberlo, me desespera un poco el saber que aún no es la hora de salida y estar en ese limbo, donde no inicio algo aquí para no dejarlo a medias, y aún no comienzo allá mas que en el idear y planear.
Me iré.
Lo que pudo mantenerme aquí no se hizo presente y yo no viviré ausente de mi propia vida.
Jamás.
Soy mi protagonista y, aún con el dolor, me iré.
Sé que al llegar, me sabré en mi lugar, con mi gente, en el amor que siempre he querido vibrar.
Gracias por haberme permitido estar hasta ahora.





domingo, 15 de mayo de 2016

Sin extrañar

Cansado de ser invisible, borradx y escondido bajo el humo como si de algo vergonzoso se tratara, destrozado por saber que no se merecía ni el apoyo ni aplauso que le ayudaría a levantar, se fue convirtiendo en telón de fondo...
En leyenda y relleno.
Como aventura, era una mala. Como experiencia, una inconclusa, como apuesta, una demasiado cara.
Y terminó yéndose, para no desaparecer.

jueves, 5 de mayo de 2016

La última fumada.

Me fumo este cigarro y respiro mis últimas bocanadas de ti.
Se consume como las esperanzas de cambiar los estereotipos y sanar las viejas heridas que te gusta restregar contra mi presente ser, para terminar en tu historia como un eterno lobo.
Lo exhalo como mis últimas fantasías de un camino compartido y acordado. Como los sueños que insistí en compartir.
Nicotina que me llena sólo cuando encendida, me estimula y acelera hasta pedir más, y más, sólo un beso más...
Y me mata por dentro.
Apago mi antepenúltimo cigarro con la certeza de que extrañaré la satisfacción de mi adiccion, y la esperanza de que sanaré.
Escribo como en un inicio para escribir un final que jamás deja de llegar.
Una línea y una fumada, un jalón y un estirón. Una inhalación y una esperanza que no cesa de pedir más.
Enciendo el penúltimo cigarro, viendo por penúltima vez el reloj y el calendario, despidiéndome de lo que en algún momento fue el pretexto para mantenerme en pie.
Siento el amargo sabor de aquello que me llena de un gusto culposo, me detengo a ver la llama que me consume, que me perfuma y me anega.
Que duelo este, decidido y negado, confuso pero necesario, saludable para el futuro que escojo...
Como el último cigarro.
Lo enciendo, sabiendo que llegó el término de una época. Se me llena la garganta del trago amargo.
Se me inunda el pecho.
Y, para llegar al final, apago lo que nunca pude encender.



No, no moriré por un gusto y un placer tóxico.