domingo, 26 de marzo de 2017

¿A qué te sabe la vida sin mí?


A mí me sabe a insomnio cotidiano, a promesas no cumplidas, a miedos recurrentes y sueños a la expectativa.
Me sabe a la soledad concurrida de letras que nadie lee, fotos que no aprecian, y pausas sin sentido.
Me sabe a tabaco y sed.
A mar y selva.
A la inmensidad y su vértigo.


sábado, 18 de marzo de 2017

¿Cuándo?

¿Qué se necesita para que hagas una pausa?
Que detengas tu tiempo y prestes atención a lo que hay, ahora, aquí. Frente a ti.
¿Qué necesito hacer para que florezca tu presencia amorosa conmigo?
La que observa, la que escucha, la que convive en paciente armonía y sincronía mágica.
¿Qué debe pasar para que congeles la prisa?
¿A caso sólo la muerte podrá detener toda inercia?
Tal vez, pasmada ante ella, le observes ajena y atenta, silente y tranquila, viendo cómo me lleva sin mayor movimiento.
¿Será que sólo el mar puede acallar tu voraz incendio?
Y deleitarse con un ir y venir que no lleva a nada mas que el estar sin permanecer.

Sí, de entre los depredadores, yo envidio a la tortuga que, indiferente al reloj, devora prisas y urgencias.



viernes, 17 de marzo de 2017

Sin auxilio


He perdido el brillo de mis ojos y el brío de mis pasos. Me he extraviado entre injurias y performáticas que muerden y desgarran.
Hoy yace aquí aquel que un día fui, que estuve siendo, porque se mostró tal cual es, vulnerable y ambiguo, en construcción y cariño.
Tanto odio, tanta saña y tanto rencor azotaron mi nada.
La furia del huracán, el devastador incendio, la fatídica inundación hicieron lo que querían... Derribar cada fragmento de mi airado y otrora apreciado corazón.
Hoy yace aquí aquel que un día quise ser. No sé aún cómo ni en qué convertirme.
Regresa a casa- dicen quienes meditan al respecto y por todo lo que respecta.
¿Cómo voy a regresar a una casa sin puertas ni ventanas firmes, sin candados ni llave, que fue destruida y vilipendiada?
¿Con qué seguridad regreso a mi hogar si ahora creo que cada paso para arreglarla será pretexto para que comiencen una mayor devastación?
En la oscuridad me pierdo. No la de mis sombras, sino la del desprecio al que me lanzaron.
¿Dónde está la mano cálida que me cobija, la mirada que me alumbra desde la ternura y la comprensión?
Solo, de una a otra costilla.
Solo, sin pasado digno y con futuro incierto.
Sólo tengo mi presente, hediondo de vergüenza, dolor y desconcierto.
Y respiro.
Como costumbre.
Sin sentido.
Pero respiro.
Devastado.
En soledad.
Respiro.



martes, 7 de marzo de 2017

No se trata de alquimias.

No tengo que buscar las palabras exactas, la fórmula mágica y la frase trascendental que acomode exactamente cada poderosa palabra en el orden adecuado para que se abra el corazón cual puerta ante el lugar común del "Ábrete, sésamo".
No, las relaciones no tendrían porque ser así.
El que no use las palabras exactamente como te gustaría usarlas, el que no las acomode, entone o pause como tú crees no significa no lleven en ellas toda la mejor intención y la búsqueda de diálogo y negociación.
Si sigues juzgando mi decir como sentencia dictada en tribunal, indudablemente saldré culpable de todo error.
No conozco todos tus códigos, requerimientos, querencias ni, ¡mucho menos!, estados emocionales circunstanciales a los cuales atenerme en cada situación...
¡Vaya, ni siquiera alcanzo a conocer y comprender los míos aún!
Necesito que pongas de tu parte, sabiendo y confiando en que estoy poniendo de mi parte.
Porque sigo sin atinar a las palabras que quieres...
¿Y qué?
Es momento que te dejes de discursilerías y adoctrinamientos de la palabra y busques el fondo. No más análisis del discurso, sino conexión con el corazón en curso.
No se trata de hacer magia con las palabras, ni hechicería con su interpretación.
Basta ya de la persecución y caza de aquel que no dice lo esperado para quemarlo, en público o privado, o fijarlo a una cruz desde la cual se le adorará como el más errado.
Por favor, en lugar de buscar cada error y razón para demostrar el dolor y la afrenta en el cómo decir, busca con amor, compasión y esperanza desde dónde digo, para qué y para quién me comunico.
Seguramente, te darás cuenta que hay mucho más por decir cuando se ve la buena voluntad de las ganas de cimentar.
Sin magias.
Sin pociones.
Sin efectos sorprendentes y apabullantes.
Con la tranquila tenacidad y constancia del viento que reacomoda los jardines a su paso.
Seamos nuestra propia brisa refrescante.







Ni a la letra, ni al gesto

Me rehúso a seguir pensando.

Tantas narrativas cruzadas, tantas preconcepciones y expectativas ajenas se tejen cual telaraña y atrapan mi sentir.

¿Qué arrebato quisiera yo permitir?

El de llorar, rogarte e insistir que dejes tú también de pensar.

¿Recuerdas que te sentías dándote cual libro abierto ante mi ser?

Ahora creo que tú me lees a mí cual panfleto simplista de una tienda añeja que vende sólo sueños desteñidos y esperanzas deformes.

Has dejado de leer mis propias líneas para sólo prestar atención a tus subrayados y acotaciones, de otras historias, de otros momentos, de otros trípticos.
De otras personas.

Mi historia se ha desgastado ya. No vale ni el papel en el que se ha escrito, roído de tanto rumiar por ratas invasivas, y enmohecido por la humedad del llanto con que supliqué lo leyeras las primeras setenta y ocho veces que te lo compartí.

Y no fue suficiente para darme a entender.

Aún hoy, a la distancia, te sé más lejos que las ciudades que nos albergan.
Lejana y desconectada.
Impávida ante los cambios que quiero compartir.
Ajena a la nueva narrativa que me urge escribir contigo y para ti.
A tu lado.

Tal vez mi error ha sido pensar en la nuestra como una historia de amor. Esas que escribe un bohemio ilusionado, que despierta alguna pasión y configura alguna fantasía, pero jamás se concreta en un acuerdo común...

¿Pero quién quiere, ¡Maldita la hora!, la frialdad de un contrato con sus glosarios, sus cláusulas y responsabilidades fincadas?

Hoy quisiera renunciar a todo ello y sentir, pensar, saber con cada poro de mi ser, que nos hemos entregado incondicionalmente, en un absurdo y mágico amor.

Maldito romance que se cuela por los vestigios de la soledad en que me dejaste al decidir ya no leerme más.

"... Y yo de perro fiel lo transformo en canción"


domingo, 5 de marzo de 2017

Romántico perjurio.

Hay momentos en que quisiera sólo dejarme llevar. Y llevarte conmigo.
A voluntad y con vil egoísmo.
Permitirme adentrarnos en la selva, junto al mar, y no regresar. Sin más dilaciones.
Un sueño de ermitaño que busca la compañía profunda y eterna de una cómplice que, sin dudas ni réplicas, se suma a una aventura de crear un pedazo de mundo nuevo. Que crea su propio pedazo de mundo a mi lado. Que creamos nuestro mundo conjunto sin dudas ni tormentos.
Uno en el que las personas serán bienvenidas, para entrar y salir, siendo tú y yo el pilar de su vaivén.
Tú y yo.
Juntes. Más allá de cualquier casualidad.
A veces quisiera acelerar el proceso, preparar el terreno y saberte lista. Dejarme llevar por esas fantasías románticas que siento desde la tripa y simplemente amarte desde ahí.
Sin miedo a que tú no me ames igual.
A veces, a ratos.